Situado en el corazón de la ciudad de Alcorcón, a pocos kilómetros de Madrid capital, SRS Studio lleva a cabo el proyecto de restaurante en un espacio de unos 100m2 que nace con la idea de ofrecer un espacio diferente, que cumple la premisa de representar la cocina única de fusión nipo-filipina, buscando reinterpretar y fusionar estas dos cocinas, sin perder el carácter tradicional. Con un carácter colonial y exótico, se presenta como un nuevo punto de identidad en esta zona de Alcorcón, que alcanza también la escala urbana, reactivando el área.
La fachada es sutil, sugiriendo un ambiente íntimo en el interior, típico de la cultura japonesa, y a su vez representativa del carácter del restaurante, mediante el predominio del color verde grisáceo (en sintonía con la barra interior), la vegetación exótica en maceteros de motivos étnicos y la iluminación indirecta. Los materiales utilizados y la iluminación confieren al restaurante una identidad fuerte y elegante, con una atmósfera íntima y despojada al mismo tiempo.
El restaurante está distribuido en una planta a nivel de calle en un local que hace esquina, privilegiadamente situado en el cruce entre dos calles peatonales con gran superficie de zonas verdes. Atravesando el cruce llegamos hasta la terraza del local, la cuál nos da una primera lectura del concepto del local, mediante las sombrillas de paja y el mobiliario hecho en bambú natural.
En la distribución de la planta, encontramos tres diferentes espacios públicos: un área de barra de carácter más público, en contacto directo con la zona de preparación de sushi y la cocina; una segunda zona acogedora de salón comedor frente a la barra de preparación de cócteles, y con una barra alta central de madera natural en bruto con vistas únicas sobre, que aporta dinamismo al espacio; y por último una tercera zona de reservado de carácter más privado, en la que destaca la separación principal con el local mediante una serie de cortinas aterciopeladas que crean un ambiente elegante e íntimo a la vez que dejan ver lo que ocurre en el resto de zonas.
La idea del proyecto, busca materiales tradicionales asociados a la relación originaria de la cultura japonesa y filipina con la naturaleza, representada mediante los distintos materiales, texturas y juegos cromáticos. Los materiales elegidos buscan la calidez, con maderas naturales y mármol, cortinas de terciopelo, tejidos suaves, vegetación abundante, mallazo en bruto, colores suaves y una iluminación delicada. Los objetos decorativos y el mobiliario han sido traídos de diversos anticuarios locales y europeos, incluyendo piezas originales de artesanos filipinos y japoneses.
A través de todo el restaurante, expandiéndose a lo largo de los diferentes espacios, la vegetación trata de invadir el ambiente cayendo desde el techado. Unido a esto, el techo de la barra está revestido en su totalidad de corteza de madera natural, nexo directo con la arquitectura tradicional filipina, de cabañas de madera. Todo ello sumado a una serie de faroles de bambú, colgados en el perímetro interior, y prendidos con llamas que permanecen encendidas día y noche, recrea una atmósfera exótica y tropical que recalca la importante relación de la cultura filipina y japonesa con la naturaleza, culturas que inspiran este lugar.
Los dos materiales que prevalecen en el local son la madera y el mármol. Ambos establecen un diálogo que va creando distintos espacios dentro del local. La intención del proyecto es generar una franja perimetral mediante la repetición de un patrón geométrico en distintas tonalidades cromáticas de mármol, que se expande en la zona de la entrada del local y en el reservado, un espacio más íntimo a mayor altura del resto de los espacios.
La barra, dividida en la zona de sushi y la de coctelería, está pensada como volumen central protagonista del espacio, se reviste en el mismo mármol de la franja perimetral en dos puntos estratégicos que separan los espacios del reservado, la sala y la barra. En primer lugar, el plano confrontado a la entrada del local, y, en segundo lugar, el que mira al reservado; siguiendo los mismos patrones geométricos y cromáticos que la franja perimetral.
El resto de la barra, da soporte a un extenso módulo de cajones y puertas pintado en la tonalidad principal del local, dando al espacio que la rodea un carácter muy confortable y acogedor. Coronando toda la barra longitudinalmente, se encuentran una serie de paneles retroiluminados que contienen láminas pintadas a mano en acuarela que representan la variedad de pescados utilizados en la cocina local tradicional filipina. En sintonía con los módulos de cajones y puertas, y con el color de fachada, el fondo de la barra hace un guiño a éstos acogiendo una estantería en cuadrícula que da cabida tanto a elementos decorativos como a las bebidas.
La cocina es el centro neurálgico de la propuesta, y se sitúa de frente a la entrada principal del local, al final de la barra de sushi. Se plantea abierta hacia el restaurante, generando una relación visual directa con el cliente, enmarcada en una ventana horizontal dividida en los tres espacios representativos de la cocina: la plancha japonesa de Teppanyaki, la barbacoa japonesa -o Robata Grill-, y el área de Wok. Toda está ventana está encuadrada por una celosía de más de cien bombillas, que sin duda resalta el espacio y le da protagonismo en contraste con el resto del local, bañado por una iluminación más suave.